domingo, 24 de octubre de 2010

Tarta Alaska



... es decir, quemada por fuera, y helada por dentro. Tal y como puede ser el estado en que te encuentres un corazón calcinado por enjambres emocionales. Incluso después de la tormenta... y a pesar del paso del tiempo. Sería entonces una helada por evaporación, provocando una pérdida de calor extremo que causa dejadez, apatía, pesadumbre...



Cuando la desilusión llama a nuestra puerta se produce una inversión térmica del corazón que, tal y como dice Sabina, nos lo deja 'cerrado por derribo'. A veces, por mucho más tiempo del que cabría esperar.


Cuando algo nuestro intacto
se funde y me confunde
-somos uno en dos partes
que sufren por su cuenta-,
desesperadamente algo nuestro se busca
sin ayuda de nada algo nuestro se encuentra.

La unión se realiza,
la ausencia no atormenta,
el dolor se desmaya,
el silencio se expresa
-cuando el amor no dice
la única palabra
está escrito el poema-.

Alto profundo es esto que nos une,
esto que nos devora y que nos crea;
ya se puede vivir
teniendo el alma
cogida por el alma
del que esperas;

pena es tener tan sólo una vida
-sólo una vida es poco
para esto
de querer sin recompensa-.

"GLORIA FUERTES"



El sitio más caliente durante la helada es nuestra propia memoria. En ella, y con ella, reproducimos nuestros instantes de felicidad favoritos, a pesar de que sean pasados y lejanos ya...Estas vias de escape se producen si la pérdida de calor es más grande cuando las noches son oscuras. Justo cuando en lo confuso de la opacidad de la noche confundes una farola con la luz de la luna.


"Solo cuando alguna vez te has bronceado bajo un manto de estrellas, eres capaz de distinguir el calor de invernadero."




Qué necesitas:
  • 1 plancha de bizcocho
  • 1 barra de helado (al gusto)
Merengue francés:
  • 225 gr de claras de huevo
  • 175 gr de azúcar glass
  • Una pizca de sal.
Semimontar las claras de huevo y añadir el azúcar junto con la sal en forma de lluvia

Montaje
  • Cortar la plancha de bizcocho de la misma medida que el ancho de la barra de helado. Yo lo he empapado con un almíbar denso de vainilla y canela, y a continuación he superpuesto el helado. Cubrir con el merengue francés y quemar con el soplete. Decorar al gusto.


Pero, a pesar de esta gelidez, es posible transpirar. Tu evocación enciende mis sentidos.


Cristales de tu ausencia acribillan mi voz,
que se esparce en la noche
por el glacial desierto de mi alcoba.
-Yo quisiera ser ángel y soy loba-.
Yo quisiera ser luminosamente tuya
y soy oscuramente mía.



1 comentario: