viernes, 22 de julio de 2011

Tiramisú y aggiornamento del blog




Decía Pitágoras que con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien. No sé si solo lo decía ( ya se sabe que del dicho al hecho hay mucho trecho) o, de lo contrario, le sucedía como a la gran mayoría de los mortales que casi involuntariamente guiados por la vagancia dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy. Es, penosamente, mi caso.

Cientos de recetas se me acumulan desde Navidad y no encuentro el momento para darles salida. Menos mal que esta mezcla de apatía y flojera de vez en cuando me da respiros como éste.





Hace pocos días encontré una nota escrita de un día desolador como el paisaje de Hiroshima. Mi sentido del masoquismo aumenta tan vertiginosamente en estos días que no se me ocurre nada mejor que zambullirme en mi cajón de los recuerdos REAL rescatando toda clase de documentos que certifiquen la existencia de un estado de ánimo similar en otras épocas. Paradójicamente, esto me alivia bastante.




"Esta mañana he roto con mis obligaciones. Me he levantado a la misma hora, seguramente me habré duchado con el agua a la misma temperatura de siempre, la rugosidad de la toalla con la que me seco ha vuelto a producirme estigmas en la piel y los cien gramos de cereales con fibra han surgido su efecto antes de irme. Hasta aquí como una mañana cualquiera. He abierto el garaje, he esperado a que se apague la luz del contacto del coche tras haber introducido la llave y me disponía a salir a prisa. Pero no.
Seguramente esta ansiedad que me perturba hoy ya estaba presente de alguna manera desde antes de levantarme. Agradezco y valoro profundamente la asistencia opcional de mis obligaciones en estos días en los que no sé qué clase de corte circuito se producirá para que en cuestión de segundos, mi día cambie. Tal vez alguna melodía en la radio acompasada con el color ceniza del cielo hayan sido suficientes. Desde siempre, o mejor dicho, hasta donde alcanza mi memoria, sino con más intensidad con más frecuencia, esto me viene sucediendo. Así que he pasado la mañana en mi pequeño paraíso verde al aire libre y solitario donde suelo perderme cada vez que lo necesito. Sin más compañía que una manta sobre el césped, un libro y una libreta, han pasado las horas. Las letras a tamaño 10 ha vencido mi vista y me he quedado dormida hasta que el sol de la 1 menos cuarto ardía sobre mi cabeza. Me he despertado con la piel tibia como cuando te pasas un día de domingo entero metido en casa sin quitarte el pijama. Aún tumbada, he pensado en tí, y con la fuerza de un suspiro te enviado un beso que no sé si habrás recibido. Lo más cerca que podía tener de tí en ese instante era la resaca tras haber leído anoche aquel e-mail que me enviaste. Tus palabras han precipitado en mí una brusca necesidad de tí, y me he sentido vacía."






Esta noche me sumo al placer que produce rever una película que te haya fascinado. Al mencionar 'Hiroshima' ha venido a mi cabeza la maravillosa historia de Hiroshima, mi amor. No es que me guste especialmente el cine en blanco y negro, pero reconozco que la ausencia de efectos me hace prestar más atención a cada palabra, a cada gesto, a cada escena. Este de a continuación es un fragmento precioso en versión original.







Bizcocho de chocolate en microondas

  • 2 huevos
  • 25 gr de harina
  • 25 gr de cacao en polvo
  • 50 gr de azúcar


  1. Batimos con las varillas eléctricas el azúcar con los huevos, hasta que doblen volumen.
  2. Añadimos la harina con una espátula, envolviendo con cuidado para que no se baje.
  3. En un molde engrasado que pueda meterse en el microondas vertemos la preparación y horneamos dos minutos y media a máxima potencia. Dejar que entibie y empapar con licor de café.


"Hay que evitar pensar en esas dificultades que presenta el mundo. Porque sino sería completamente irrespirable"

Núcleo de crema inglesa de café gelificada

  • Molde de acero inoxidable redondo de 18 cm
  • 225 ml de nata
  • c/s de café
  • 70 gr de yemas
  • 70 gr de azúcar
  • 1 y 1/2 cola de gelatina


  1. Hidratar la gelatina en agua fría. Reservar. Disponer el molde de acero sobre una bandeja cubierta de papel vegetal. Reservar.
  2. Mezclar el azúcar con las yemas con las varillas. Hay que remover para que el azúcar no cristalice. Reservar.
  3. Infusionar el café con la nata hasta que llegue a ebullición. Verter 1/4 parte sobre la mezcla de azúcar y yemas, removiendo con las varillas. Hacemos equilibrio de temperatura incorporándola a la infusión restante. Calentar lentamente a fuego medio sin cesar de remover. Estará lista cuando podamos comprobar con nuestra espátula de remover que ésta está 'napada'.
  4. Volcar a un recipiente a través de un colador donde estará nuestra gelatina.
  5. Mojar el aro en crema y sellar un par de minutos en el congelador. Esto es para que no se nos salga el resto de crema restante que irá dentro del aro. Llenar y al congelador.



"Dentro de unos años, cuando te haya olvidado, y que otras historias como esta por la fuerza de la costumbre todavía ocurran, me acordaré de tí como el olvido del amor en sí. Pensaré en esta historia como en el horror del olvido."


Mousse de queso mascarpone


  • 270 ml de nata
  • 200 gr de queso mascarpone
  • 40 gr de yemas
  • Almíbar de 121º con 50 gr de azúcar y 20 gr de agua
  • 4 hojas de gelatina
  • molde de 20 cm de acero inoxidable


  1. Semi-montar juntas la nata y el queso mascarpone y reservar en frío. Hidratar también la gelatina en agua fría.
  2. Pasta bomba: montar las yemas hasta que doble el volumen y reservar. Hacer un almíbar con el agua y el azúcar hasta que alcancen los 121º y deshacer la gelatina en él. Incorporar en hilos muy finos el almíbar a las yemas sin dejar de batir con las varillas, este paso es muy importante o de lo contrario se nos cuecen las yemas si vertemos de una vez el almíbar sobre ellas debido a la temperatura.
  3. Incorporar la pasta bomba a la nata cuando ya estén tibias para que no se nos baje.


Montaje

El diámetro del corte del bizcocho de chocolate deberá ser de la misma medida de la mousse de queso. Montaremos la tarta al revés, es decir; el molde de 20 cm lo disponemos sobre una bandeja con papel sulfurizado y vertemos la mitad de la mousse de queso, a continuación pondremos el núcleo de café ya desmoldado pero aún congelado y después el resto de la mousse sin que rebose para terminar con la base de bizcocho. Es necesario congelarla para poder desmoldarla mínimo de un día para otro. Transcurrido este tiempo retiramos la película de papel sulfurizado y desmoldamos con ayuda de un soplete de cocina los bordes del aro con mucho cuidado para que no se derrita. Espolvorear con cacao en polvo y decorar al gusto.