Es curioso. Nunca dejo de sorprenderme. Me paro a pensar y observo que el impulso más frecuente que me lleva a decantarme por una receta en concreto viene dado por un estímulo exterior, sea cual sea su forma, que me hace sentir la necesidad de resurgir un momento, una sensación, una persona... en definitiva, vivencias ya pasadas. En este caso, y en principio, andaba en busca y captura de una receta de cookies que se asemejara a las que, hace ya algunos años, mi amiga Irene trajo de Manchester. Por aquel entonces no me gustaba la cocina (ni pensamiento). Pero, igualmente, el sabor se me quedó especialmente grabado. Desde entonces, y sobre todo desde que me empezó a gustar este mundo, he reunido algunas recetas, pero ningunas me han convencido.
Finalmente, me sedujo una que aparece en un libro de delicias de chocolate que compré en Fnac y que es una edición preciosa, cuyas recetas hasta hoy todas han salido bien. Mejorables, pero bien...
... En fin, que cuando una vez más la fórmula "IMPULSO---¬RECETA" parecía cumplirse sin aportar nada más y, mientras buscaba una frase apropiada que encajara en mi preludio recetario, me hallo con...
"Pensé que, si quería cambiar el mundo, podía hacerlo con una galleta"
¡Todo un mimo! Me cautivó incluso antes de terminar de leerla... 'Más extraño que la ficción', no me suena de nada esa película -pensé-. Me parece muy interesante toda asociación de la cocina dulce con acontecimientos reales, o viceversa. Y mucho más si sirven como instrumento para salpicar de ternura y emotividad un mundo tan rugoso.
A mi juicio, en este diálogo se encuentra el mejor momento de la película...
ROJO: ELLA
AZUL: ÉL
- Señor Crick, ha sido un día horrible, yo me encargué de eso. Así que coja una galleta y cómasela. (En silencio él la coje, moja, come e inspira...)
- ¡Guau! Una galleta superior (efectivamente era una cookie). ¿Cuándo decidió dedicarse a la pastelería?
- En la Universidad.
- ¿Como una escuela de hostelería o algo así?
- No, en Harvard, estudié derecho...
- Oh, lo siento, dí por hecho que era...
- No, no pasa nada, no terminé. Participábamos en secciones de estudio mis compañeros y yo. A veces, durante toda la noche. Y yo preparaba cosas para matar el hambre. A veces pasaba la tarde entera en la cocina de la residencia; llevaba mis galletitas a los grupos de estudio y a la gente le encantaban. Hacía galletas de avena, barritas de crema con canela, triángulos de chocolate negro cubiertos de nueces tostadas... todo el mundo comía y era feliz, estudiaban y sacaban mejores nota. Entonces empezó a llegar más y más gente a los grupos de estudios y yo llevaba más merienda y siempre buscando mejores recetas, hasta la llegada de... croissants de queso ricotta con albaricoque, turrones de moka bañados en almendras, y merengues, y cococos rayados, glaseados con melocotón el almíbar... Al final del semestre tenía 27 compañeros de estudio, 8 cuadernos llenos de recetas y una media de 5 pelado... Así que lo dejé. Pensé en que si iba a hacer del mundo un lugar mejor, lo podía hacer con una galleta.
Ingredientes para 18 unidades
175 gr de harina
1 y 1/2 cucharadita de levadura en polvo
125 gr de mantequilla ablandada
90 gr de azúcar mascabado (moreno)
60 gr de azúcar lustre (glas)
1/2 cucharadita de esencia de vainilla
125 gr de chocolate negro
Un puñado de avellanas machacadas Preparación
- Ponga todos los ingredientes en un cuenco grande t mézclelos.
- Disponer de dos bandejas de jhorno con papel sulfurizado o vegetal. Deposite varias cucharadas repletas de la mezcla sobre las bandejas, dejando espacio entre ellas porque su volumen aumenta bastante durante la cocción.
- Cueza las galletas en el horno precalentado a 190º durante 10-12 minutos, o hasta que estén doradas, ya que cada horno es un mundo!
- Retire los cookies de la bandeja con una espátula y colóquelos sobre una rejilla metálica para que se enfríen.
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