Por mayoría estadística es oficialmente reconocido que las mujeres solemos pasar esos días de turbulencia hormonal sumergidas en el espesor de un mar de chocolate y yo contribuyo, con mucho gusto, a formar parte de este recuento. Probablemente sea de las pocas adiciones confesables que una persona pueda tener... Es maravilloso la diversidad de sentidos y usos que se le han dado a este ingrediente: mágico y lleno de ilusión para los niños y para algunos adultos, pero también sustitutivo del sexo, paliativo en caso de carencia y un potenciador en caso de existencia.
¿No es fantástico?
Aquí dejo una receta que salvaría a cualquiera del suicidio en caso de tendencia...
Se trata de una versión personalizada de un bizcocho de chocolate y pistachos que encontré en gastronomiaycia.com que me recordó a un pastel delicioso que venden en Mercadona y que, alguien, me pidió que intentara hacer algo parecido... y creo que lo he conseguido, variando las medidas a ojo bajo la supervision de la experiencia tras haber hecho ya millones de bizcochos a lo largo de mi vida...
Su textura no es para nada compacta, y la esponjosidad viene de la mano de las claras a punto de nieve...
Y del aplastante sabor a chocolate tiene la culpa el casi medio kilogramo de fondant que lleva...
Ingredientes
120 gramos de harina
200 gramos de chocolate fondant (más otros 100 para cobertura y relleno, si se desea)
80 gramos de mantequilla
100 gramos de azúcar
1 sobre de levadura
40 gramos de cacao puro en polvo Valor
1 huevo
4 claras de huevo
100 gramos de leche
Lágrimas de chocolate (al gusto)
Preparación
Enciende el horno para que se vaya calentando a 180º C. Monta las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Reserva.
Hornea los primeros diez minutos a 180º y luego cubre con papel de aluminio la superficie para evitar que se queme. Baja la temperatura a 150º y cuece hasta que pinches con una aguja y ésta salga limpia.